miércoles, 10 de marzo de 2010

"Princesas del Sur"


La jornada de trabajo de Lakshami, una niña de 12 años que vive en una plantación de la India, comienza a las cuatro de la mañana. En las plantaciones no se tiene ningún espeto por la vida humana ni el derecho infantil.

Antes de llegar al campo debe ayudar en las tareas de casa.

Después de trabajar casi diez horas en la plantación, cuando regresa casa, tiene que ir a buscar agua a la fuente, lavar ropa y otras faenas domésticas, que no se reconocen como trabajo.

Su alimentación es escasa e inadecuada. En la India, gran cantidad de niños padecen desnutrición.

A los patronos, el trabajo infantil les resulta muy beneficioso; contenta a los trabajadores adultos porque aumentan los ingresos familiares y a su vez al patrono no le supone costes elevados.
Lakshami ni si quiera se atreve a soñar que otro mundo es posible. Su cuento y su niñez, no parece tener un final feliz.

En los países del Sur es frecuente encontrarse niños en el trabajo. Según algunas estimaciones son alrededor de 200 millones de niños los que viven en este escenario.

Para las multinacionales es muy fácil aprovecharse de esta situación, tienen filas de trabajadores pidiendo trabajar y ellas lo conceden a los que en igual de tarea, aceptan el menor salario.

Mientras el hemisferio norte goza de prosperidad y riqueza, los intensivos de mano de obra barata e infantil se trasladan al sur. En realidad tanto ellos como nosotros somos meros intermediarios, de un consumo desigual, dentro de un mismo sistema de multinacionales capitalistas que nos usan para enriquecerse.

¿Hasta cuándo vamos a consentir esto? Entre todos podremos imponer unas pautas de comercio justo, diferentes y respetuosas con las necesidades de los pobres.

El trabajo no es cosa de niños; por eso tenemos que, entre todos, plantar cara a la explotación infantil. Un pequeño acto nuestro, puede suponer una cadena de acontecimientos que ayuden a parar estas infancias robadas.

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