Cuando me propuse dar carta de naturaleza a este blog tenía claro que no sólo quería hablar de esos maravillosos sitios que visitas en unas vacaciones y sobre los que puedes encontrar en cualquier sitio.
Cuando emprendes un proyecto personal como éste ha de ser, además, para ofrecer una visión particular sobre esos pequeños sitios, especialmente de mi región Castilla la Mancha, que se esfuerzan con escasos medios y grandes resultados en ofrecer a sus visitantes una oferta cultural y turística aceptable.
Es el caso de Recas, un pueblo de Toledo donde vive un amigo que tuve la oportunidad hace poco de conocer. Es un pueblo muy tranquilo y acogedor, con un detalle que no quisiera pasar por alto: sino integrador con la inmigración si al menos con buenas experiencias de convivencia puesto que cuentan con más del 25 % de población inmigrante, con el exquisito aporte cultural que ello puede generar.
Sobre los lugares de interés podemos destacar la iglesia parroquial de San Pedro Apóstol que es uno de los lugares más conocidos y emblemáticos de Recas y, sobre todo, si hay un sitio emblemático y característico de Recas, esa es la explanada de la Virgen de la Oliva. Esta historia, sin duda , merece ser contada.
La imagen de la patrona de Recas, Nuestra Señora la Virgen de la Oliva, se encuentra ligada al árbol milenario del olivo. En concreto se trata de un olivo de dimensiones excepcionales, milenario, y que se configura como el punto de encuentro de una masa heterogénea de curiosos, religiosos o sencillamente investigadores atraídos por la singularidad, grandeza y frondosidad del árbol.
El olivo llega a Europa y a la península ibérica desde la Antigua Mesopotamia. Aunque según los estudios históricos la obtención de aceite de oliva empieza en la época paleolítica. El olivo, o como gusta llamar por estas tierras: la oliva, forma parte de la tradición y la devoción religiosa en Recas. Antes de la invasión musulmana de la península ibérica, sobre ese paraje y no muy lejos del Castillo de Canales, se levantaba una Ermita a la devoción a la Virgen.
Durante la invasión musulmana, la población visigótica escondía las obras de culto religioso para que éstas no cayeran en manos árabes y fueran destruidas. Los devotos de la Ermita anteriormente citada, usaron la frondosidad de la oliva para salvaguardar las imágenes de culto. Es por ello que desde aquella época este árbol ha estado ligado a la devoción de la imagen mariana a la que ha prestado su nombre. Después de la Reconquista, y por ello la recuperación de las imágenes, los cristianos retomaron con mayor intensidad su devoción a la Virgen de la Oliva. Según el legado histórico que llega a la actualidad, a través de la tradición, cuentan que la citada oliva “empezó a sudar aceite, que incluso en el día de hoy corre por nudos y junturas de los ramos de dicha oliva, aunque no tan sutil y delgado como se saca de la aceituna, pero oloroso sobremanera”. Este acontecimiento, unido a los anteriores, propiciaron las primeras peregrinaciones a la oliva.
Durante la Edad Media, dicho culto y veneración llegó a expandirse tanto que llegó a oídos de la Corte y el Rey Juan II. Dada la religiosidad del monarca, ordenó levantar en la zona un Convento llamado de Nuestra Señora de la Oliva, para que en él se alojasen religiosos observantes de la Compañía de San Francisco de Asís. Aunque este Convento franciscano del siglo XV desgraciadamente no ha sobrevivido al paso del tiempo, según los historiadores y expertos, su estructura podía estar formada por un gran claustro de forma cuadrada entorno al cual se disponían las celdas y habitaciones necesarias para la comunidad. Sufriendo a lo largo de los siglos ciertas ampliaciones de importancia, y pudiendo llegar según algún historiador a tener dos claustros con planta superior. En el siglo XIX, la ley de supresión de los institutos religiosos de 1809 impulsada por José I, la del bienio Constitucional (1820-23) y la desamortización de Mendizabal en 1836 acaban con la vida del Convento. Un escrito de 1840 del cronista Madoz nos ilustra el devenir del santuario “A media legua está el convento de frailes, que tituló de la Oliva, del que sólo existen los escombros, una huerta y una alameda contigua, que se riegan con manantial”. Tras estas épocas convulsas, la imagen de la Virgen de la Oliva fue llevada a nuestro Recas, y hoy en día descansa en su Parroquia.
Durante el siglo XX, más concretamente bajo el apostolado en Recas del párroco D. José María Gómez Jane, se adecentó una explanada con altar en el entorno de la oliva donde cuenta la historia que apareció la Virgen. En 2004, en la Explanada de la Oliva se colocó una escultura de bronce con la esfinge de la Virgen de la Oliva, fruto de la devoción de una familia de Recas, configurándose el paisaje que existe en la realidad.
El paraje de la Oliva es, sin duda, un elemento singular cuya combinación de leyenda, particularidad científica y devoción atrae a cientos de personas a lo largo del año.
Cuando emprendes un proyecto personal como éste ha de ser, además, para ofrecer una visión particular sobre esos pequeños sitios, especialmente de mi región Castilla la Mancha, que se esfuerzan con escasos medios y grandes resultados en ofrecer a sus visitantes una oferta cultural y turística aceptable.
Es el caso de Recas, un pueblo de Toledo donde vive un amigo que tuve la oportunidad hace poco de conocer. Es un pueblo muy tranquilo y acogedor, con un detalle que no quisiera pasar por alto: sino integrador con la inmigración si al menos con buenas experiencias de convivencia puesto que cuentan con más del 25 % de población inmigrante, con el exquisito aporte cultural que ello puede generar.
Sobre los lugares de interés podemos destacar la iglesia parroquial de San Pedro Apóstol que es uno de los lugares más conocidos y emblemáticos de Recas y, sobre todo, si hay un sitio emblemático y característico de Recas, esa es la explanada de la Virgen de la Oliva. Esta historia, sin duda , merece ser contada.
La imagen de la patrona de Recas, Nuestra Señora la Virgen de la Oliva, se encuentra ligada al árbol milenario del olivo. En concreto se trata de un olivo de dimensiones excepcionales, milenario, y que se configura como el punto de encuentro de una masa heterogénea de curiosos, religiosos o sencillamente investigadores atraídos por la singularidad, grandeza y frondosidad del árbol.
El olivo llega a Europa y a la península ibérica desde la Antigua Mesopotamia. Aunque según los estudios históricos la obtención de aceite de oliva empieza en la época paleolítica. El olivo, o como gusta llamar por estas tierras: la oliva, forma parte de la tradición y la devoción religiosa en Recas. Antes de la invasión musulmana de la península ibérica, sobre ese paraje y no muy lejos del Castillo de Canales, se levantaba una Ermita a la devoción a la Virgen.
Durante la invasión musulmana, la población visigótica escondía las obras de culto religioso para que éstas no cayeran en manos árabes y fueran destruidas. Los devotos de la Ermita anteriormente citada, usaron la frondosidad de la oliva para salvaguardar las imágenes de culto. Es por ello que desde aquella época este árbol ha estado ligado a la devoción de la imagen mariana a la que ha prestado su nombre. Después de la Reconquista, y por ello la recuperación de las imágenes, los cristianos retomaron con mayor intensidad su devoción a la Virgen de la Oliva. Según el legado histórico que llega a la actualidad, a través de la tradición, cuentan que la citada oliva “empezó a sudar aceite, que incluso en el día de hoy corre por nudos y junturas de los ramos de dicha oliva, aunque no tan sutil y delgado como se saca de la aceituna, pero oloroso sobremanera”. Este acontecimiento, unido a los anteriores, propiciaron las primeras peregrinaciones a la oliva.
Durante la Edad Media, dicho culto y veneración llegó a expandirse tanto que llegó a oídos de la Corte y el Rey Juan II. Dada la religiosidad del monarca, ordenó levantar en la zona un Convento llamado de Nuestra Señora de la Oliva, para que en él se alojasen religiosos observantes de la Compañía de San Francisco de Asís. Aunque este Convento franciscano del siglo XV desgraciadamente no ha sobrevivido al paso del tiempo, según los historiadores y expertos, su estructura podía estar formada por un gran claustro de forma cuadrada entorno al cual se disponían las celdas y habitaciones necesarias para la comunidad. Sufriendo a lo largo de los siglos ciertas ampliaciones de importancia, y pudiendo llegar según algún historiador a tener dos claustros con planta superior. En el siglo XIX, la ley de supresión de los institutos religiosos de 1809 impulsada por José I, la del bienio Constitucional (1820-23) y la desamortización de Mendizabal en 1836 acaban con la vida del Convento. Un escrito de 1840 del cronista Madoz nos ilustra el devenir del santuario “A media legua está el convento de frailes, que tituló de la Oliva, del que sólo existen los escombros, una huerta y una alameda contigua, que se riegan con manantial”. Tras estas épocas convulsas, la imagen de la Virgen de la Oliva fue llevada a nuestro Recas, y hoy en día descansa en su Parroquia.
Durante el siglo XX, más concretamente bajo el apostolado en Recas del párroco D. José María Gómez Jane, se adecentó una explanada con altar en el entorno de la oliva donde cuenta la historia que apareció la Virgen. En 2004, en la Explanada de la Oliva se colocó una escultura de bronce con la esfinge de la Virgen de la Oliva, fruto de la devoción de una familia de Recas, configurándose el paisaje que existe en la realidad.
El paraje de la Oliva es, sin duda, un elemento singular cuya combinación de leyenda, particularidad científica y devoción atrae a cientos de personas a lo largo del año.
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