lunes, 8 de febrero de 2010

...somos sociedad de calle

Esta vez quiero hacer una defensa a cerca de nuestro folclore, y nuestras tradiciones culturales.

Me refiero a cierto fenómeno sociocultural, muy singular; el tradicional mercadillo ambulante que se celebra en cada pueblo y ciudad de nuestro país al aire libre; y que sin ninguna duda hace vecindario.

El origen de los mercados ambulantes es casi al tiempo que la sociedad tribal.
El trueque y el intercambio de mercancías están más atrás en el tiempo que esa ancestral y cinematográfica imagen del buhonero recorriendo aldeas con sus cacharrerías.

Los mercados ambulantes son lugares de encuentro en poblaciones rurales, donde campesinos y viajeros exponen sus mercancías, son también el punto de arranque de la vieja costumbre de reunirse en las plazas del pueblo.
"La venta ambulante es el oficio más antiguo del mundo”.

Los mercadillos gozan de gran aceptación popular, ya que venden productos a menor precio que en los comercios tradicionales

Los mercadillos y la venta no sedentaria tienen una gran importancia en toda la Unión Europea, quizás más que en España, donde se ha considerado un actividad marginal.

Entiendo el mercadillo como un elemento socializador y que genera un contexto de comunicación entre el vecindario. Los individuos que pertenecen a un barrio interiorizan el contexto donde viven y las mismas formas de percibir la realidad e interactúan entre ellos; y uno de los lugares donde se ve ejemplificado esto es en el mercadillo, donde concurren y comparten experiencias y fomenta las relaciones vecinales. Socializar es un elemento fundamental para la vida y, en este contexto, el mercadillo aporta identidad al barrio, se siente como algo propio.

Es obvio que el comercio ambulante es una actividad económica que genera muchos puestos de empleo. El mercadillo no nota la crisis en cuánto al mantenimiento de afluencia de público; y eso que en los últimos tiempos tienen una publicidad negativa por la sucesión de conflictos y robos.

Aunque lograr la licencia municipal resulta complicado, las peticiones se han disparado; ya que el paro y el cierre de comercios disparan la venta ambulante en los mercadillos.

La crisis económica, ha beneficiado al mercadillo ambulante, por el cambio de hábito de consumo que se ha producido, ahora todos buscamos precios bajos y económicos y la gente acude en masa en busca de chollo y comprar más barato a los mercadillos ambulantes.
Los mercadillos crecen en popularidad en conexión directa con la pérdida de poder adquisitivo.

Es un hecho comprobable que los mercadillos están plagados de puestos con artículos de imitación de marcas, en algunos casos las imitaciones son tan buenas que puede pasar por originales perfectamente, creo que esta es otra de las razones del aumento de público y de las ventas en los mercados ambulantes.

La gente en vez de acudir a comprar a un comercio tradicional ropa de marca, prefiere bajar al mercadillo, que por el mismo precio, puede llevarse más cantidad de ropa y es cierto que las imitaciones son tan buenas que no se distinguen de los originales, y te puedes plantear incluso si son de las marcas comerciales.

La incertidumbre que existe sobre el futuro de la economía ha llevado a los ciudadanos a pensar en ahorrar. Esto lleva a familias enteras a cambiar en sus hábitos de vida y de consumo, y el mercadillo parece ser un buen sustituto para las compras. Los hogares se adaptan a las nuevas circunstancias.

Entiendo que la sociedad española, es una sociedad colectivista, y sobre todo pienso que somos una cultura de calle. Nos gusta estar en la calle, realizar actividades al aire libre, relacionarnos con la gente en las calles y plazas… somos una sociedad de calle y por lo tanto como era de esperar los mercadillos ambulantes se abarrotan. Es increíble, la gran cantidad de personas que se mueven por las calles del mercadillo. No importa el frío, calor,... gente joven, mayor, hombres, mujeres... ¡gente!

El mercadillo se convierte en un punto de encuentro para muchos, un lugar de compras para otros, un destino de trabajo... Al fin y al cabo “una tradición”... es una costumbre que se transmite de una generación a otra porque sigue siendo útil y valiosa. La propia Unión Europea considera que "el mercadillo hace ciudad y aboga por mantener sus enclaves clásicos".

Nadie puede negar que este tipo de comercio dinamiza nuestros pueblos y ciudades; promueve ese rostro de barrio y logra integración social de los vecinos. Es un espacio nuestro, de todos, aporta dinamismo a los barrios de nuestras ciudades y se encarga de tejer lazos en el campo social.

Nuestras costumbres y tradiciones, al fin y al cabo son nuestra cultura, es algo que nos pertenece.
Las manifestaciones populares dan seña de identidad a los lugares y los diferencian unos de otros, por lo tanto defendamos nuestros mercadillos; defendamos nuestra cultura.

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